Pablo Urbanyi
Llegué a Canadá, a Ottawa, en 1977. En aquellos días perdí el tiempo inútilmente buscando un bar para tomar un café expreso. El bar o café, —ese fenómeno de Buenos Aires, Budapest, París, Madrid, y que ha dado desde suicidas a escritores y filósofos, hasta encuentros amorosos y citas clandestinas reales o ilusorias del solitario—, no existía en la ciudad en la que había aterrizado. Un buen día encontré una cafetería que, devorada por una cadena, ya desapareció. Con esa cafetería, imaginándome que era un bar por su café expreso, con un Él kafkiano, con Dany, un vagabundo, con Carol, dulce y tierna, moza de esa cafetería, una flor del campo que se marchitó en la ciudad, todos convertidos en personajes, tracé esta historia algo rocambolesca como un homenaje a aquellos bares perdidos de Buenos Aires. Los dos o tres que sobreviven, son antros para el turismo devastador, más peligroso que los cascos del caballo de Atila.
Ya cansado de presentaciones y de textos de contratapa que para prestigiarme hablan de tantos libros publicados por Pablo Urbanyi, a tantos idiomas traducidos, de tales y cuales premios, diré que: engendrado en una cama en Checoslovaquia, sin que lo pidiera, nací en la misma pero en Hungría. Un biógrafo canadiense a quién se lo conté, escribió que me mudé de país con la cama (sic). Sin que lo pidiera, mis padres me llevaron con ellos a la Argentina. Allí, sin darme cuenta, de bar en bar, sin emborracharme, el café como combustible, me transformé en argentino y me hice escritor. Sin que lo pidiera, los militares me dieron una mano, un empujón violento que me trajo a Canadá. Un diplomático británico convertido en mi estudiante, cuando se enteró de mi periplo alrededor del mundo, me definió así: “El gaucho escritor de la puszta canadiense”. Para no pecar y ser impertinente con mi humildad, mencionaré mis novelas Un revólver para Mack, Silver, Puesta de sol, y El zoológico de Dios; traducidos a varios idiomas. Les puedo sumar algunos libros de cuentos como Nacer de nuevo, Cuentos desagradables, y Antología. |
Esta antología de cuentos es un entretenido recorrido de personajes, más observadores que actores, que tratan de comprender el mundo en el que se mueven, a veces absurdo, a veces trivial, pero que al final terminan por aceptarlo, por hacer parte de él. Esta obra contiene una fuerte crítica al sistema actual, al mundo de hoy, a la importancia que se ha dado al parecer en vez del ser; a la forma en contraposición con el fondo; a la tecnología que en algunos casos fomenta una fantasía en la que algunos alimentan la ilusión de tener cientos de amigos, de no estar solos; a la importancia que se puede dar a la ley, incluso por encima de la justicia; a la suerte que corren aquellos que se salen de los estándares trazados por la sociedad; en síntesis, a la búsqueda sin respuesta de un sentido real y profundo de la existencia.
Portada: Gladys Ortiz, Serie Efecto Mariposa No. 12. Óleo sobre lienzo. 130 cm x 90 cm. Colección privada.
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Pablo Urbanyi nació en Hungría, creció en Argentina y emigró a Canadá en 1977 debido a la persecución a intelectuales durante la dictadura. Su primera colección de relatos en 1972, Noche de revolucionarios lo hizo conocer en el mundo literario de Argentina, pero seria con la novela Un revólver para Mack en 1975 que se reconocería ya como narrador de ficción.
En Canadá trabajó como profesor de español en la Universidad de Ottawa y en el Ministerio de Relaciones Exteriores.
Entre sus obras están: En ninguna parte, Concurso, De todo un poco de nada mucho, A hagyaték / El legado, Nacer de nuevo, Silver, Puesta de sol, 2058, en la Corte de Eutopía, Una epopeya de nuestros tiempos, El zoológico de Dios, El número 125, El zoológico de Dios II, La palabra, Cuentos desagradables e Intercambio Cultural. Ha recibido varios premios entre los cuales se destacan el Premio a la Expresión Literaria del Latin American Achievement Awards en 2004 en Toronto, el Primer Premio de CALAS en 1997 en Ottawa, por su cuento De cómo se enojan las princesas y fue finalista del Premio Planeta de Argentina por su obra Silver, publicada en 1994. Algunos de sus libros han sido traducidos al húngaro, al inglés y al francés.
Su escritura se caracteriza por el uso de la ironía que él mismo encuentra un requisito indispensable para cualquier autor.
En Canadá trabajó como profesor de español en la Universidad de Ottawa y en el Ministerio de Relaciones Exteriores.
Entre sus obras están: En ninguna parte, Concurso, De todo un poco de nada mucho, A hagyaték / El legado, Nacer de nuevo, Silver, Puesta de sol, 2058, en la Corte de Eutopía, Una epopeya de nuestros tiempos, El zoológico de Dios, El número 125, El zoológico de Dios II, La palabra, Cuentos desagradables e Intercambio Cultural. Ha recibido varios premios entre los cuales se destacan el Premio a la Expresión Literaria del Latin American Achievement Awards en 2004 en Toronto, el Primer Premio de CALAS en 1997 en Ottawa, por su cuento De cómo se enojan las princesas y fue finalista del Premio Planeta de Argentina por su obra Silver, publicada en 1994. Algunos de sus libros han sido traducidos al húngaro, al inglés y al francés.
Su escritura se caracteriza por el uso de la ironía que él mismo encuentra un requisito indispensable para cualquier autor.